Contexto territorial y social

Persisten profundas brechas socioeconómicas en San Cristóbal, donde la pobreza y la vulnerabilidad superan ampliamente los promedios del resto de Bogotá. Alrededor de 410 mil personas viven en 136 mil viviendas, con un tamaño de promedio de hogar de tres personas, y una población mayoritariamente -57,3%— entre los 20 y 59 años. En San Cristóbal la incidencia de pobreza es considerablemente alta: el 16,2% de los hogares enfrenta pobreza monetaria extrema y un 48,5% son considerados pobres monetarios. Según la clasificación del SISBEN, el 83% de los hogares son catalogados como pobres extremos, pobres o vulnerables. El ingreso de los hogares en condición de pobreza no supera los 1,9 millones de pesos (aproximadamente $496 USD) en promedio, incluso un 27% de los hogares dispone de menos de un salario mínimo. A esto se suma una tasa de desempleo del 18% entre las personas económicamente activas.

El avance de la informalidad urbana en San Cristóbal representa una amenaza directa para los activos ambientales más relevantes de la localidad. Así mismo, los asentamientos precarios constituyen la manifestación física y espacial de la pobreza y la desigualdad, pues agudizan los problemas de salubridad y aumentan la desigualdad por las bajas coberturas de los servicios y la segregación sociales en especial de aquellos relacionados con la salud y la educación. Actualmente se monitorean 25 polígonos equivalentes a 3,73 hectáreas, con 1.203 ocupaciones ilegales, de las cuales la mitad son construcciones ya consolidadas. Este crecimiento se muestra especialmente problemático en un radio entre 1 y 3 km, donde se concentra el 75% de dichas ocupaciones. Si bien el total de asentamientos ilegales en San Cristóbal equivale al 3,89% del total distrital, resulta crítico atender su avance, pues cerca del 30% se asienta sobre la Reserva de Cerros Orientales y el Parque Entrenubes, agudizando el conflicto ambiental y territorial en la zona.

Otro de los mayores desafíos en San Cristóbal es que uno de cada cinco hogares padece déficit habitacional, situación que se agrava por la vulnerabilidad climática y los riesgos ambientales que amenazan la vida y la calidad del hábitat. Según datos de la Secretaría del Hábitat, de ese 20,1% de hogares afectados, el 6,3% presenta déficit cuantitativo y el 13,7% demanda intervenciones para mejorar las condiciones de la vivienda existente. Esto se intensifica por el hecho de miles de viviendas asentadas en suelos no aptos bajo condiciones de amenaza y riesgo no mitigable. En respuesta, para 2027 se proyecta priorizar la reubicación de más de 2.000 familias en alto riesgo. Finalmente, en relación con la calificación a ayudas estatales para el caso San Cristóbal, se observa que el 100% de las edificaciones residenciales se encuentra en estratos I, Il y Ill, por cuanto su demografía es beneficiaria plena de subsidios cruzados de servicios públicos y del mínimo vital de agua potable.

Con el fin de avanzar hacia las transformaciones urbanas, es preciso contar con herramientas de medición eficaces que permitan devolver oportunidad y dignidad a quienes residen en zonas históricamente relegadas. A nivel de escala de Polígono de Revitalización (PR), San Cristóbal —con 806 hectáreas- exhibe un Índice de Revitalización Urbana (IRU) de 0,45 inferior al promedio de Bogotá de 0,50. Asimismo, en cuanto al análisis de los ejes del índice se evidencian brechas críticas en el eje hábitat presenta una valoración baja -0,37 frente a 0,46 en la ciudad-. San Cristóbal enfrenta un reto estructural en cuanto ampliación del acceso a soluciones habitacionales, consolidación espacios públicos de calidad, proximidad a equipamientos de calidad, y redes de servicios públicos robustas y universales.

Mapa 1. Polígono San Cristóbal

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Fuente: Secretaría Distrital del Hábitat, 2025

GESTIÓN HACIA INTERVENCIONES INTEGRALES: VIVIENDA, DUOT Y ESPACIO PÚBLICO

La transformación de San Cristóbal parte de reflexión centrada en las necesidades de las personas: ¿cómo superar las barreras topográficas para garantizar conectividad y equidad en la movilidad urbana? Ante la ausencia de una solución integrada que facilite el acceso de los habitantes de zonas altas al sistema Transmilenio, la respuesta ha sido innovadora. El Proyecto Integral de Cable Aéreo San Cristóbal es una apuesta de política pública para reducir las brechas en el costo y el tiempo de desplazamiento, conectando el servicio de buses en la esquina noroccidental del polígono y permitiendo un ascenso eficiente por estaciones hacia el oriente. Esta intervención redefine la movilidad como un derecho accesible e impulsa el desarrollo urbano sostenible en territorios con desafíos geográficos estructurales, y articula la movilidad con el espacio público, la vivienda y las centralidades de los barrios. Así, la verdadera transformación ocurre cuando la infraestructura trasciende sus funciones técnicas y se convierte en la palanca principal para reconstruir el tejido social y dar sentido de pertenencia a la ciudadanía.

San Cristóbal se posiciona como un caso de éxito por su visión integral, materializada a través de la articulación institucional y el respaldo de más de diez entidades distritales que logran una convergencia efectiva en de las personas. Bajo el PDD 2024-2027 y la Estrategia de Revitalización, la SDHT aseguró continuidad y amplió el alcance del proyecto, fortaleciendo la cooperación entre sector público, privado y comunidad, siguiendo los principios de "adicionalidad" y "gestión intersectorial". Los roles clave han incluido la gestión predial y desarrollo de la infraestructura del cable Aéreo a cargo del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), obras de espacio público por la SDHT, la construcción de equipamientos sociales y del cuidado por Renobo, entre otros. Las transformaciones urbanas en Bogotá se consolida cuando hay continuidad y se construye sobre los avances.

La asignación eficiente de recursos a las zonas más marginadas constituye la vía más poderosa para transformar vulnerabilidad estructural en oportunidades y desarrollo para las personas. El proyecto San Cristóbal cuenta con una inversión de $800 mil millones COP -aproximadamente $205 millones USD-, de los cuales el 53% se destina a la construcción del sistema del cable y el 47% para catalizar procesos de revitalización, incluyendo el mejoramiento y recualificación de espacio público:

  • Vivienda: Con el fin catalizar la llegada formal de nuevos proyectos habitacionales en proximidad a sistemas de transporte bien conectados, y bajo la sombrilla del Plan de Viviendav"Mi Casa en Bogotá" y sus distintos programas, se han identificado Áreas de Oportunidad de Vivienda —AO1 a AO7-equivalentes a 1.758 soluciones habitacionales que beneficiaran a 3.426 habitantes, generaran 86.927m2 y 6.433m2 espacio público y 4.401m2 comercio. Como parte del Plan, la SDHT viene avanzando en reglamentación para fomentar la participación de constructores incluidos pequeños y media-nos, para contribuir en esta dirección.
  • Espacio público: Intervenciones como parques y circuitos revitalizados para proyectos como Bello Horizonte, La Joyita, no sello Horzonte, La Guacamayas, La Victoria, Eje Suramérica y varios circuitos peatonales en un área superior a los 60.000m?.
  • Equipamientos sociales: Nodos de Altamira y La Gloria, que suman 31.000m2, hacen parte de una estrategia más allá de la infraestructura física, advierten un enfoque integral que busca reducir las desigualdades territoriales y la falta de acceso a servicios del cuidado, bienestar, cultura y educación.
  • Monitoreo: Con el fin de mitigar el riesgo de desbordamiento y expansión descontrolada de ocupaciones ilegales derivadas de los avances en el proyecto Cable Aéreo San Cristóbal, la Secretaría avanza en la implementación de análisis multitem-porales en las zonas de influencia, metodología ya aplicada previamente en casos como Ciudad

Polígono San Cristóbal

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Fuente: Renobo 2025

EVALUACIÓN DEL ÍNDICE DE ADAPTABILIDAD SOBRE LAS MANZANAS HUÉRFANAS Y POTENCIALES INTERVENCIONES

Las dinámicas sociales, económicas, y culturales de cada barrio son únicas, por lo que, entender esta diferencia es el primer paso para una transformación urbana exitosa. Con el fin de continuar con el proceso de diagnóstico del territorio, se tomó como base el trabajo realizado previamente por el IRU, y se complementó por medio del Indicador Agregado Integral de Revitalización, el cual permitió tomar decisiones territoriali-zadas y basadas en evidencia en San Cristóbal -20 de Julio y Altamira-. La metodología consistió en identificar los indicadores correspondientes a cada componente y a su normalización mediante una escala de 0 a 10, donde el valor 10 representa el óptimo desempeño y el valor 0 corresponde al desempeño mínimo observado para cada dimensión evaluada. Este análisis, a nivel manzana, reflejó las brechas y vulnerabilidades del territorio revelando la necesidad de una "intervención progresiva de las manzanas huérfanas mediante acciones multiactor y multisector" (BID, 2025).

  • San Cristóbal presenta limitaciones críticas en materia de asequibilidad de la vivienda, reflejadas en cifras por debajo del promedio de los polígonos analizados -Altamira: 3,57; 20 de Julio: 3,48 vs. 3,67- y reconocidas en un déficit habitacional estimado en 4.861 hogares (SDP, 2021). Por lo tanto, proyectos como la revitalización en torno al Cable Aéreo del 20 de Julio no solo buscan mejorar la conecti-vidad, sino también ampliar la oferta habitacional de calidad y adaptada a la población local mediante la promoción de proyectos VIS y VIP impulsados desde el Plan de Vivienda "Mi Casa en Bogotá", junto a instrumentos de gestión del suelo, con el fin de evitar la gentrificación y reducir la segregación urbana. La vivienda constituye el eje central de los procesos de revitalización urbana: garantizar la accesibilidad habitacional resulta clave para evitar la migración de residentes y fortalecer el tejido social.
  • San Cristóbal registra uno de los puntajes más bajos en infraestructura urbana con 4,0, situándose por encima de Las Cruces y considerablemente por debajo del promedio general -3,6 y 4,86 respectivamente—. Esto se debe principalmente por la falta de infraestructura que permita la movilidad y el espacio público efectivo. En consecuencia, estamos trabajando de manera articulada para construir una ciudad centrada en las personas, focalizando inversiones que permitan mejorar la infraestructura del peatón y el ciclista, contribuyendo a la política pública de equidad de género, que busca alcanzar la paridad en el uso de la bicicleta para 2035 (Lam, s.f). Estas intervenciones a la infraestructura urbana aumentan la percepción de la seguridad nocturna de las mujeres, reduciendo las brechas de género en el uso efectivo del espacio público, y fomentando su participación en los procesos de revitalización. La movilidad sostenible y el fortalecimiento de la seguridad urbana representan pilares fundamentales de la revitalización integral.
  • El análisis del indicador de resiliencia climática en San Cristóbal revela disparidades dentro del mismo polígono 20 de Julio 5,6 y Altamira 6,37-. Este segundo presenta una mayor capacidad adaptativa y de respuesta ante impactos climáticos, atribuida en parte a su proximidad con los cerros orientales, lo que refuerza su perfil de resiliencia territorial (BID, 2025). La literatura ha demostrado una correlación positiva entre mayores niveles de ingreso y educación y una mayor resiliencia climática (UNESCO & University of Saskat-chewan, 2024). Es decir, los hogares con más recursos económicos y educativos tienen una mayor capacidad de adaptación ante eventos climáticos adversos. Ante esto, la Alcaldía viene implementando intervenciones integrales que combinan inversiones en infraestructura física —para reducir riesgos de inundación y movimientos en masa— con políticas orientadas a aumentar el acceso a la educación, mediante becas y subsidios educativos, con el objetivo de fortalecer la resiliencia comunitaria y reducir la vulnerabilidad estructural frente al cambio climático.

COSTOS DE IMPLEMENTACIÓN

El costo total estimado para la implementación de la Revitalización Adaptativa Integral en las Áreas Estratégi-cas, correspondiente a los 20 Polígonos de Revitalización (PR), asciende a $11,9 billones de pesos COP (aproximada-mente $3.000 millones USD). Este monto global contempla inversiones diferenciadas según cada polígono analizado. Del total de zonas estudiadas, en un horizonte de mediano y largo plazo, Cable Potosí y San Cristóbal requieren las mayores sumas de inversión, con $3 billones COP ($769 millones USD) y $1,27 billones COP ($326 millones USD), respectivamente. En contraste, Usaquén-Toberín y Restrepo-San Blas presentan las menores necesidades financieras, estimadas en $355 mil ($91 millones USD) y $425 mil millones COP ($109 millones USD), respectivamente.

En San Cristóbal, la mayor parte de la inversión se orienta hacia tres componentes: Accesibilidad Habitacional (31%), Resiliencia Climática (24,2%) y Fortaleza de la Infraestructura Urbana (14,9%). Esta distribución pone de manifiesto una priorización estratégica del territorio que busca no solo mejorar el acceso a vivienda y fortalecer la respuesta frente al cambio climático, sino también consolidar la infraestructura urbana como pilar para la calidad de vida y el desarrollo sostenible local.

Seleccionar proyectos con alta relación costo-beneficio permite direccionar los recursos hacia intervenciones que ofrecen resultados concretos y sostenibles en el bienestar comunitario. Según las estimaciones realizadas, el proyecto con la mejor relación costo-beneficio en San Cristóbal corresponde al mantenimiento y adecuación de redes de servicios públicos domiciliarios orientado a mitigar el déficit cualitativo habitacional, y a reducir los puntos críticos de concentración de basuras. El segundo proyecto con mayor relación costo-be-neficio es la instalación de cámaras de seguridad, enfocada en disminuir los delitos de alto impacto y atender las problemáticas derivadas de las llamadas al Número Único del Servicio de Emergencias (ver Anexo X. Relación Costo Beneficio Proyectos San Cristóbal).

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